viernes, 13 de abril de 2012

Wuao!: DEJE DE CONFIAR EN USTED MISMO

David Wilkerson Today

THURSDAY, APRIL 12, 2012

DEJE DE CONFIAR EN USTED MISMO
by David Wilkerson
[May 19, 1931 - April 27, 2011]

Pablo no habló de tener fe hasta que perdió toda su confianza en su carne.
Él tomó toda su educación, su confianza en sí mismo, sus habilidades y sus
doctrinas, y las selló y e hizo a un lado. Él habló de fe después de haber
dicho, "No puedo confiar en mi carne." Esta verdad también se aplica a
nosotros.

Antes de que alguien sea capaz de andar bajo una fe verdadera, este tendrá
primero que darse cuenta de cuan perdido y desesperanzado es. Nosotros no
tenemos una fe que salva hasta que llegamos al límite de creer que alguien o
algo más allá de Jesús puede salvarnos.

Una fe salvadora y justifadora involucra someter nuestra vida a Jesucristo con
todo nuestro corazón. Esto incluye un arrepentimiento que dice, "Jesús, yo
no tengo nada que ofrecer. ¡Vengo a someterme a tu señorío!"

En Romanos 10:9, Pablo describe a la fe salvadora como el momento en que
creemos con todo nuestro corazón y confesamos con nuestra boca. Él está
diciendo que la fe es más que un mero consentimiento mental. Por el
contrario, es someter toda su vida a Él - con todo su corazón.
En Hechos 8:37, Felipe le dijo al eunuco, "Si crees de todo corazón..." y el
eunuco respondió: "Creo..." Esto no fue un "sí" mental a Jesús -él
realmente creyó con todo su corazón y fue salvo.

En contraste, Simón creyó en la prédica de Pablo. Sin embargo él solamente
tuvo una fe temporal porque su corazón no estaba involucrado. Inclusive,
multitudes en los tiempos de Jesús creyeron temporalmente en Su nombre, por
tanto Jesús no se fiaba de ellos porque sabía que sus corazones no estaban
siendo entregados (ver Juan 2:23-24).

Entonces usted se pregunta, ¿quién verdaderamente es justificado por fe?
Aquél que sabe que está perdido, desamparado y que ha intentado todo pero ha
fallado. Ahora él entrega toda su vida en las manos del Señor -con todo su
corazón, mente, alma y fuerza. Él clama, "¡Señor, soy tuyo! Tú eres mi
única esperanza." Y ¡él es salvo!